Zully Domínguez, directora de la Asociación Down de San José y referente del proyecto Colibrí, alza su voz para señalar una deuda pendiente de la sociedad: la verdadera inclusión de las personas con discapacidad. Sus palabras resuenan como un llamado de atención sobre la brecha que existe entre la intención y la práctica, y la imperiosa necesidad de educar a la sociedad para lograr un progreso social genuino.
Este miércoles 3 de diciembre se celebra el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, este año bajo el lema “Fomentar sociedades inclusivas para el progreso social”. Domínguez es clara al afirmar que, a menudo, estos enunciados son solo “mucha palabra” si no van acompañados de un compromiso real y personal. La directora enfatiza que la responsabilidad de avanzar en la inclusión recae en cada individuo, instando a “hacer foco” y abordar el tema “desde lo personal”.
Esta perspectiva es crucial si consideramos que el 17% de la población mundial padece alguna discapacidad. Sin embargo, la preocupación se agudiza cuando se trata de la discapacidad intelectual, un área donde las barreras son particularmente complejas, como por ejemplo, el hecho de conseguir un trabajo y a su vez, la posibilidad de sostenerlo.
El contexto de la conversación subraya un problema central: la falta de educación en la sociedad sobre la discapacidad. Domínguez es enfática al señalar que “la ignorancia y apatía” juegan un rol determinante en el estancamiento de la inclusión. Esta falta de conocimiento se traduce en barreras actitudinales que son tan o más difíciles de superar que las físicas.
Para Domínguez, el Estado debe estar “más presente de la realidad de la discapacidad”, asumiendo un rol activo no solo en el apoyo, sino también en la promoción de una cultura de respeto y entendimiento. La educación sobre la neurodiversidad y las distintas capacidades es fundamental para desmantelar los prejuicios y el miedo a lo desconocido, que son la raíz de la apatía social.
El proyecto Colibrí, bajo su dirección, es un espacio que vive la inclusión sin condiciones. “No hay límites de edad” para integrarlo, y es un testimonio vivo de la creciente necesidad de estos espacios, observando que “hay más casos de autismo que antes”. Este proyecto no solo ofrece apoyo, sino que se convierte en un motor de desarrollo personal.
Al reflexionar sobre su trayectoria, Zully Domínguez expresa una profunda satisfacción,
“Es lindo saber que en mi vida hice lo que me gusta” y trabajar con personas con discapacidad “Fue muy gratificante”.
Además de su trabajo social, Zully comparte su talento como escritora, destacando su pasión por la palabra. Tiene tres libros publicados, que abordan temas de vida y desarrollo personal, entre ellos:
- “Si de niños y adolescentes se trata”
- “El desafío de vivir”
- “Gotas diarias: Río de vida”
Disponibles en Amazon para quienes quieran conocer más sobre estos temas de la mano de una excelente profesional y persona.
El mensaje final de Zully Domínguez es claro: la inclusión es una tarea de todos, que exige educación, compromiso personal y una presencia estatal más consciente y efectiva para transformar las palabras en realidades concretas.

