En los informes técnicos, como el de Ceres, las declaraciones del Ministro Mattos, las opiniones de ingenieros agrónomos, de productores y de instituciones agropecuarias privadas y gremiales del sector, hay consenso en que el aumento del área de riego duplicando en 10 años para aportar agua para plantaciones y ganado, llegando a 300.000 hectáreas agrícolas y 200.000 hectáreas de pasturas daría lugar a un crecimiento económico medible por PBI del 4.8%.
Sólo por producción de maíz, carne y soja se estima económicamente en números el crecimiento de la producción en $2.500 millones de dólares y un resultado acumulado con el aumento de las exportaciones del sector daría un número cercano a los $10.000 millones de dólares.
Y algo también muy apreciable es que se establecería, por incremento de la productividad agrícola por el uso eficiente del riego, un piso de crecimiento 3.1%.
En el país agua hay, sólo la Laguna Merín tiene 350.000 hectáreas de lago de agua dulce, el segundo más grande en latinoamérica.
En San José, donde el tambo es una de sus más importantes actividades empresariales agropecuarias, el riego es una herramienta decisiva, pues le asegura la reserva de calidad que el riego genera y ello es más barato que salir a comprar alimento en momentos de crisis. En momentos de seca, que cada vez es más frecuente, la producción se puede ir al doble por lo menos.
Para la granja, que también en San José hay mucha, el riego es fundamental para el potencial de rendimiento de todos sus rubros, incide en el tamaño y calidad de las frutas y hortalizas y ,por ende, en el precio que recibe el productor.